Me gusta tener
preparado el poema que voy a publicar con varias semanas de
antelación. Para el mes de marzo casi no lo consigo. En el plazo comprendido entre las navidades y los primeros días de febrero empecé más de cinco sonetos; no
acabé ninguno. A pesar de dedicarles bastante tiempo no conseguía
que quedaran redondos. Creo que el problema era la temática de todos
ellos. Demasiado trascendentales. El riesgo de navegar por aguas profundas es que uno puede ahogarse, y yo estaba a punto de hacerlo.
Vino a salvarme mi musa Alicia Zubicoa. Estos meses le toca rotar
conmigo. Estaba yo metiéndome con ella (y ella mucho más conmigo)
cuando le dije que le iba a escribir un soneto. Mi intención era
burlarme. El caso es que parí los dos primeros versos mientras ella
leía en la pantalla del ordenador por encima de mi hombro.
Inicialmente el soneto empezaba de esta manera: “Me gusta mi
nombre, me dice loca”. No le gustó. Opinaba que no se entendía
bien. Podría significar que ella me llamaba a mí “loca”. Tenía
razón... hasta cierto punto. Le hice caso y lo cambié. Nada más
ponerme a ello la inspiración, que parecía haberme abandonado,
volvió a mí. No sé si fue una mala o una buena inspiración. Lo
único que sé es que enseguida terminé el soneto. Muy profundo y
trascendental no me ha quedado, eso debo reconocerlo, pero me gusta.
Creo que, al igual que Alicia, es alegre y dicharachero.
A veces siento la necesidad de escribir. A pesar de mi inconstancia he conseguido terminar dos novelas, una obra de teatro, varios sonetos y algunas cosas más. Si quieres enviarme un comentario sobre algo de lo que hayas leído en mi blog puedes hacerlo a esta dirección de correo electrónico: andres.garralda@gmx.es
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