domingo, 1 de marzo de 2020

Cuerpo en un alma preso. Soneto marzo 2020




Leyendo filosofía, religión y poesía uno puede tener la impresión de que a las personas les preocupa más el alma que el cuerpo. También puede pensarse si se escucha a místicos, ascetas y similares. Sin embargo, cuando se llevan más de treinta años trabajados en hospitales, como es mi caso, a la conclusión que se llega es que, cuando el cuerpo está mal, poco le preocupa a la gente el espíritu y sí, y mucho, la carne. No me considero un hedonista, y creo que no lo soy. Me gusta el placer, pero desde luego no es mi principal y único fin. Tampoco soy un metrosexual ni un vigoréxico. Ya me gustaría a mí tener un cuerpazo y poder lucirlo. No es el caso. Pero sí estoy convencido de que lo único que tenemos es nuestro cuerpo y de que cuando deja de funcionar, se acabó lo que se daba. Por eso intento cuidarlo. No es algo que haga todo el mundo. Es frecuente que las personas castiguen su organismo. Los modos de hacerlo y la justificación para ello son de lo más variados. Así, a bote pronto, se me ocurren varios: tabaquismo (en España un tercio de la población de entre 15 y 65 años fuma), voto de castidad, ayuno voluntario, tatuajes y piercings, hipermedicación… En fin, todo un catálogo de armas de destrucción cárnica. No me parece mal. Allá cada uno con su cuerpo. Yo me conformo con que no agredan el mío.