Este soneto está marcado por el verso inicial: “Tiempos pasados no fueron mejores”. Después de soltar algo así no podía hablar de mi infancia de una manera muy positiva. Hay que respetar el principio de coherencia. Sin embargo, mi niñez no fue una época triste ni desdichada. Podría haber comenzado con “Tiempos pasados fueron excelentes” y construir un soneto opuesto al que tienes delante y sería igual de válido y verdadero. Si tuviera que darle una nota a mis primeros años de vida, le daría un cinco sobre diez. Aprobado raso, que diría uno de mis profesores. Si tuviera que darle una nota a lo que ha sido mi vida en su conjunto hasta ahora, le daría un ocho sobre diez. Un notable alto. He tenido suerte; no me quejo. Podía haber sido mejor, pero también muchísimo peor. Considero que mi existencia ha seguido la distribución de una curva normal; la típica campana de Gauss. La mayor parte del tiempo la he pasado de forma rutinaria y anodina, sin penas ni alegrías. Eso ocupa casi todo el interior de la campana. En uno de los extremos hay algunos grandes disgustos y en otro varias tremendas satisfacciones. Y ya está. Uno más entre los casi ocho mil millones de habitantes del planeta.
Enlace a la versión audiovisual recitada por Luis Fernández Reyes:
