miércoles, 1 de marzo de 2017

Neperiano. Sonetos marzo 2017

Una de las cosas que me preocupa de mis sonetos es que en el futuro no sepa de qué hablar. Si sigo escribiendo uno al mes, si se cumple mi esperanza de vida y si no se me va la cabeza (admito que en esta frase hay tantos condicionales que es fácil que algo no salga bien) me quedan por hacer más de trescientos poemas. Estoy seguro de que hay gente capaz de escribir muchos más que esos solo de un tema, por ejemplo del amor. No es mi caso. Como ya he dicho muchas veces, me gusta la novedad. Con este planteamiento, se impone que los asuntos a tratar no procedan solo de mi mente, siempre limitada, sino de fuentes diversas. Para este mes de marzo decidí que fuera el azar el que me guiara. Sus dictámenes me llegarían vía el sorteo de la Lotería Primitiva del dos de febrero. Con los números de ese sorteo seleccionaría palabras del primer párrafo de mi novela La Ojo y con esas palabras construiría el soneto. Lo he explicado tan mal que parece complejo, pero en la realidad es simple. Vamos a verlo sobre la marcha.
   He aquí un pantallazo de mi móvil con los números del sorteo de la Lotería Primitiva del dos de febrero:


   Los números elegidos por el azar fueron: 3, 4, 5, 17, 24, 27, 28 y 45.
   Veamos ahora un pantallazo mostrando el primer párrafo de La Ojo.


   Ha quedado un poco pequeño y casi no se ve pero las palabras de ese párrafo cuyo orden en el texto coincide con los números de la primitiva son las siguientes:
3: llamado
4: la
5: flaca
17: el
24: se
27: falta
28: de
45: por
   Por lo tanto, en el soneto de marzo deberían estar incluidas obligadamente las siguientes palabras: llamado, la, flaca, el, se, falta, de, por.
   El día tres de febrero tenía claro que iba a escribir el soneto siguiendo estas premisas. No buscaba crear un gran poema sino practicar un poco de ejercicio mental. Divertirme, sin más. De todos modos, dejé aparcado el asunto unos días porque tenía otras cosas de las que ocuparme.
   Hoy, domingo diecinueve de febrero, he decidido que tengo que escribir el soneto de marzo esta misma mañana. No me gusta demorar las cosas hasta el último momento. Me siento delante del ordenador y estudio las palabras que el destino ha seleccionado para mí. Me siento algo decepcionado. Va a ser demasiado fácil hacer un soneto con ellas. No me refiero a hacer un gran soneto, lo que para mí es inaccesible, sea con palabras del destino o con mías propias, sino a hacer uno de los míos. Pensándolo un poco, es lógico que si las palabras salen de una novela sean fáciles de colocar en un poema. Otra cosa hubiera sido seleccionarlas de un libro de matemáticas. Por ejemplo, sale “logaritmo” y te entra un sudor frío. Y puede ser aún peor. Elije el destino la palabra “neperiano” y te desmayas. “Neperiano”. Me gusta como suena. ¿Y si lo utilizase en un poema? Tal vez podía hacer una pequeña trampa y dividirla en dos: “ne” y “periano”. Desde luego, con “periano” de por medio el soneto no iba a quedar muy elegante. A parte, habría que unir “ne” a otra palabra y no se me ocurren muchas. Quizá podía ser “cine Periano”. Reconozco que queda muy muy, forzado, pero podría aceptarse si pensamos que estamos hablando del cine porno más cutre de la ciudad más cutre del país más cutre. Ya que hemos empezado, sigamos. “Coincidimos en el cine Periano”. No parece un lugar muy romántico para conocerse, pero de todo hay en la vida. Avancemos más: “Coincidimos en el cine Periano/ te metí un dedo; te metí la mano”. Vale, lo reconozco, se me empieza a ir la mano, y no al periano. El segundo verso también es muy forzado. Supongamos que dos caballeros se han conocido en un cine porno de nombre Periano. Primero le mete el dedo y luego la mano. Con dos versos así de fuertes continuar el soneto por el camino del porno duro parece sencillo. No me costaría nada incluir perlas como lluvia dorada, beso negro, bukkake (esta última palabra no podría ir al final del verso porque a ver quién es el valiente que hace rimas con “ake”), etc. Quién sabe, quizá algún día escriba un soneto así. Sin embargo, hoy busco retos y el que voy a afrontar con “Neperiano” es el de darle la vuelta. Vamos a ver si, pese al principio porno, consigo convertirlo en algo mínimamente romántico. Voy a buscar palabras y contextos sencillos para que pierda aspereza. Vamos a ello.
   En el primer cuarteto explico lo del cine, dejo claro con el primer verso que mantienen una relación en la actualidad y con el último indico que en su primer encuentro, furtivo, se sienten culpables.

 
No te avergüences de como empezamos.
Te conocí en el cine Periano.
Te metí un dedo; te metí la mano.
Entre sombras y culpas nos besamos.

 
   Vamos a especiar el soneto con una pizca de marginalidad. El protagonista se considera de baja moral y con menos alma que la media (hay quien dice que pesa 21 gramos).

 
Salimos a la calle y caminamos.
Un par de extraños, mengano y fulano,
con moral indigna de un humano
y almas que no pesan ni dos gramos.

   En el primer terceto el toque romántico.

 
Recuerdo aquel bar y sus luces rojas.
Tu sonrisa, tu mirada, tu boca.
Los primeros celos; nuestras congojas.

 
   Como soy determinista, concluiré con que el destino es el que manda. Lo que empieza como sexo sórdido en un cine porno acaba como amor verdadero entre dos hombres.

 
Diez años después este amor es roca.
Manda el destino con sus paradojas
y a cada hombre en su lugar coloca.

   Tontamente ya he escrito un soneto, pero este no era el que el destino me exigía para este mes. El de este mes debe incluir una serie de palabras; palabras que remiro y siguen pareciéndome demasiado fáciles. Salvo que... ¡Acabo de ver algo! De las ocho palabras ninguna tiene la vocal “u”. ¿Cómo es posible que en veintiocho letras que suman en total no haya ni una mísera “u”? Sin duda, el azar no hace esto por azar. Es una señal. En el soneto de marzo no debo emplear la “u”. Me gusta. Esto empieza a parecer un reto de verdad. Aún así, me siento tan poderoso que creo que puedo con eso y con más. Hay que darle otra vuelta de rosca. Además de las ocho palabras (llamado, la, flaca, el, se, falta, de, por) y de no emplear la “u” voy a intentar rimar con terminaciones endiabladas, como por ejemplo: “etra”, “arzo”, “estra” y “ersos”. Esto sí. Esto es lo que mi cuerpo serrano me pedía para esta mañana. Allá voy.


Del mismo modo como se penetra,
para obtener la seda, el cadarzo,
hallaré mis palabras en el zarzo
sea por las bravas o con impetra.

 
Ha designado el azar cada letra
para crear el soneto de marzo.
No te ha llamado al hacer el escarzo.
Tal vez te crea demasiado tetra.

 
A mí no me pareces tan siniestra,
pero no te emplearé en estos versos
pese a la fatiga de formar riestra.

 
A falta de pensamientos más tersos
acabo mi obra nada maestra,
flaca en valor y con fallos diversos.


   Debo admitir que después de dos horas devanándome los sesos he conseguido un pequeño poema y un gran dolor de cabeza. Necesito un descanso.
   Para relajarme he estado un rato jugando a un juego de ordenador. Rebanar unas cuantas cabezas virtuales y ver como la pantalla se llena de una sangre demasiado roja para ser real me ha despejado la mente y me ha llevado al típico momento encrucijada. Momento con tres opciones posibles: una divertida, seguir jugando al ordenador, otra útil, ponerme a estudiar, y otra indescriptible, escribir un nuevo soneto. Como me gusta torturarme, he decidido escribir otro soneto. ¿Por qué? Porque mientras mataba y moría ante mis cibercontrarios me he dado cuenta de que podía haber hecho otra cosa con las palabras seleccionadas por el azar. He interpretado que tenía que utilizarlas, sin más. Pero tal vez no haya escuchado bien el mandato del destino. Tal vez debía utilizarlas manteniendo la misma posición que ocupaban en el párrafo de La Ojo. Me explico. En el sorteo salió el número 3 y ese se corresponde con la palabra “llamado”. Esa palabra debería ocupar la posición tres en el soneto. El número cuatro se corresponde con “la” y esa palabra debería ir en cuarto lugar en el soneto. Así con todas. Por lo tanto, el reto sería colocar esas palabras y en su orden. Voy con el esquema.

 
--1--  --2--  llamado   la  flaca  --6--  --7--  --8--   --9--  -10--   -11-- -12--   -13--   -14--  -15--  -16--   el  -18--   -19--   -20--  -21--  -22-- -23--  se   -25---  -26--  falta  de   -29--   -30--   -31--   -32--   -33--   -34--   -35--   -36--   -37--   -38--   -39--  -40--   -41--  -42--   -43--  -44--  por ----- ----- ----- ----- ----- ----- ----- ----- ----- ----- ----- ----- ----- ----- ----- ----- ----- -----

 
   El azar es caprichoso y ha agrupado las palabras casi en dos bloques. El primero inicial, con “llamado la flaca”, y otro en medio, “se … falta de”, que van a complicar mucho la creación del soneto. Sobre todo, el primer bloque va a determinar el camino que pueda llevar el poema. Lo que voy a hacer es no pensar en un tema o en un objetivo. Me voy a limitar a llenar huecos y que surja lo que el lenguaje quiera. Vamos a ello.

 
Te ha llamado la flaca vanidad
y ahora te consideras eterno.
Timas a los demás con el averno
mientras te disfrazas de autoridad.

 
Se oculta tu falta de dignidad
en las leyes de tu propio gobierno.
Sonríes con falso afecto paterno
pero te delatas por tu maldad.

 
Vales menos que el hierro de madera.
Va por tus venas agua de borraja.
Eres basura; alimaña artera.

 
Actúas contra otros con ventaja
haciendo de sus penas tu bandera.
Suerte que te espera una mortaja.

 
   Bueno, esto es lo que ha salido. Lo he leído un par de veces y el título que me sugiere es “Charlatán”, así que este será su nombre a partir de ahora.
 
   Creo que por este mes ya está bien. Existe vida más allá de las palabras. Voy a ver si me encuentro con ella.