jueves, 1 de abril de 2021

Minuto de silencio. Soneto abril 2021

 



He escuchado muchas veces frases similares a esta: “Todos somos iguales. Tenemos los mismos derechos y las mismas obligaciones.” Afirmaciones así, que llenan las bocas de políticos, sacerdotes, filósofos, humanistas…, no me las creo. La realidad que yo percibo es bien distinta. Nadie es igual a nadie. No todos tenemos los mismos derechos ni las mismas obligaciones. El azar, la naturaleza, la estructura social, etc. hacen que ninguno empecemos la carrera en la misma línea de salida ni que nos encontremos los mismos obstáculos mientras nos dirigimos hacia la meta, meta que también cambia de unos a otros. Por dar un dato “aséptico”: si vienes al mundo en Nigeria, tu esperanza de vida es de 60 años mientras que si lo haces en Alemania es de 80. Es decir, 20 años más o menos de vida simplemente por nacer en un sitio u otro.

Del mismo modo que no somos iguales en vida tampoco lo somos cuando morimos. Hay quien, pese a haber sido una persona buena y ejemplar, ha muerto en una residencia de ancianos de COVID y ha terminado siendo incinerada en la más absoluta soledad. En cambio, hay otros que cuando fallecen parece que va a llegar el fin del mundo. Se organizan funerales de estado y se viste de luto a toda la población. También se quiere imponer la pena, algo que, obviamente, es imposible. En estos casos es cuando se obliga a los ciudadanos a guardar un minuto de silencio. Aunque lo que, aparentemente, se pide es mostrar respeto por el fallecido, lo que en realidad se hace es una demostración de fuerza. Los que manejaban el poder junto al muerto quieren dejar claro que, aunque uno de ellos haya desaparecido, otro similar ocupará su lugar.