lunes, 1 de agosto de 2016

Métrica. Sonetos agosto 2016



Tengo que confesar que he leído muy poca poesía. No es un género literario que me entusiasme. A la hora de entretenerme prefiero una novela. Si empecé a escribir sonetos, fue porque en ese momento estaba aburrido. Me dio por ahí, sin más. Lo mismo me podía haber apetecido hacer encaje de bolillo. En ese caso, quién sabe si ahora no tendría todo un ajuar de sábanas maravillosas. Posiblemente hubiera sido una afición más útil que la poesía. Pero a lo hecho, pecho. Aunque no me siento poeta, ni tengo interés en llegar a serlo, voy a intentar hacerlo bien. Otra cosa es que lo logre. Para ello una de las cuestiones que tengo que mejorar es la métrica. Muchos lectores me han criticado que no me ajusto a ella. Es cierto. Hasta ahora era algo a lo que no prestaba atención. Ya el mes pasado intenté reconciliarme con las reglas más básicas. Para el soneto de este mes estaba dispuesto a seguir sus principios a rajatabla. Al final no va a ser así. Después de estudiármela en varias páginas web, he llegado a la conclusión de que lo de la métrica es casi una religión fundamentalista. Hay mil normas, muchas veces contradictorias. Además, por cada regla hay montones de excepciones. He leído por ahí que muchos escritores evitaban las sinalefas y otros recursos para no meterse en “líos” métricos. Algunos apuntan a que una de las causas del abandono del soneto ha sido, precisamente, estas normas tan “castrantes”. Es indudable que el soneto tiene mucho encanto. El hecho de ajustarse a una rima y a una estructura concreta es parte de ese encanto. Sin embargo, hay un límite para todo. De la misma manera que una persona puede divertirse mucho en una habitación (con su pc, su radio, su tele, etc.), sin necesidad de tener el espacio infinito ante sí, parece difícil que pueda divertirse si se le deja en una habitación con un bozal, un cinturón de castidad y metido en una jaula. Lo primero sería moverse dentro del soneto con algún margen de libertad. Lo segundo es intentar aplicar una métrica irracional y contradictoria hasta el extremo. Dicho esto, y que me perdonen los fundamentalistas de la poesía, en mis sonetos me voy a circunscribir a unas normas concretas (que, en general, son admitidas por la mayoría y que entran dentro de lo que yo considero razonable), que serán las siguientes: añadir una sílaba más a las agudas, restar una a las esdrújulas y aplicar la sinalefa siempre, excepto cuando la segunda vocal sea tónica. De entrada, no usaré la diéresis ni la sinéresis, salvo causa mayor. De la acentuación, paso. Lo siento por el verso sáfico, el heroico y demás. Me voy a centrar en el verso anárquico: mi pequeña válvula de escape.
            Con lo dicho en mente, empecé a escribir el poema que he denominado "Métrica". En él vuelvo a utilizar la idea de Lope de Vega de escribir un soneto hablando del soneto (en este caso centrándome en la métrica). Ya lo hice en el que escribí en octubre. Es un recurso que me gusta. Algunos pensarán que soy un mero imitador. Es posible. Una vez preguntaron a Tricicle, en una entrevista en la televisión, cuál era el secreto de su éxito. Ellos respondieron que ya estaba todo inventado y que la clave era hacer las cosas bien. Puesto que los considero unos genios de nuestro tiempo, me ciño a sus enseñanzas de la misma manera que hago a las de Lope, al que menciono a modo de tributo en el último terceto.
            Para conocer mejor las reglas de la métrica he leído algunos sonetos que se daban a modo de ejemplo. Al hacerlo, me he dado cuenta de que muchos poemas no son nada concretos. Algunos autores prefieren trasmitir algo: una sensación, un pensamiento, un estado..., a contar algo. Mi perfil no va por ese camino. Soy mucho más de la física que de la metafísica. Sin embargo, si pretendo ser algo más poeta no puedo limitarme, como hasta ahora, a hablar de temas específicos. Debo intentar hacer poemas en los que no lleve al lector de la mano. El objetivo es darle un vehículo y que sea él quien se dirija hacia donde prefiera su mente. Con este objetivo escribí "Fases". Me cuesta valorar el resultado final. Uno no es buen crítico de su propia obra. Posiblemente ha quedado mucho más concreto de lo que era mi intención. Será un tema en el que tendré que mejorar. También habrá que mejorar en lo que a la “sonoridad” se refiere. Si existen unas normas de acentuación, será por algo. Estoy seguro de que los sonetos con ese aspecto bien elaborado tendrán un mejor ritmo. Para mí, la musicalidad de los míos es un misterio. Tengo “mal oído”. Otra faceta que tendré que explotar en los meses venideros.




Existe una versión audiovisual del poema "Métrica" en la que se explican algunas de las características del soneto. Puedes verla a continuación: