miércoles, 1 de mayo de 2019

Camino. Soneto mayo 2019






 
El tiempo que tardo en escribir un soneto no podría calcularse con una fórmula matemática. Es demasiado variable. Algunas veces en quince minutos consigo algo que me gusta (soy consciente de que eso no significa que vaya a gustar a los demás ni que sea bueno) y otras necesito horas y horas para terminar uno. Esto último es lo que me ha ocurrido con Camino. La causa de que me haya costado casi dos meses escribirlo ha sido que quería acabar el soneto con la palabra “cumpleaños”. Después de las dos primeras horas de intentar lograrlo me di cuenta de que esa palabra era totalmente inadecuada para finalizar un poema. Es muy larga, lo que dificulta dar ritmo al verso final, y obliga a una rima poco agradecida. Pero ya metido en harina, y puesto que me encantan los retos, decidí que lo haría aunque dejara la piel en el intento. Reconozco que ha sido una pérdida de tiempo monumental, pero ahí está. El camino hasta Camino ha quedado pavimentado de versos inacabados, tercetos sin rima, cuartetos desangelados y centenares de palabras huérfanas. En ese recorrido también creé un soneto que guardé como plan B por si no era capaz de escribir algo que me resultase satisfactorio antes del 1 de mayo. Veintiuno de mayo es el título de ese plan B. Cumple con el requisito de terminar con la palabra “cumpleaños”. De hecho, cumple con todas las obligaciones de métrica y rima que impone un soneto. El problema es que no me convencía del todo. No me gusta el ritmo (o más bien su falta de ritmo) y me parece poco dramático (mi idea inicial era hacer algo muy triste), pero lo añado al final de esta entrada para que el que quiera pueda leerlo y juzgar por sí mismo.