He aquí un pantallazo de mi móvil
con los números del sorteo de la Lotería Primitiva del dos de
febrero:
Los números elegidos por el azar
fueron: 3, 4, 5, 17, 24, 27, 28 y 45.
Veamos ahora un pantallazo mostrando
el primer párrafo de La Ojo.
Ha quedado un poco pequeño y casi no se ve pero las palabras de ese párrafo cuyo orden en el texto coincide con los números de la primitiva son las siguientes:
3: llamado
4: la
5: flaca
17: el
24: se
27: falta
28: de
45: por
Por lo tanto, en el soneto de marzo
deberían estar incluidas obligadamente las siguientes palabras:
llamado, la, flaca, el, se, falta, de, por.
El día tres de febrero tenía claro
que iba a escribir el soneto siguiendo estas premisas. No buscaba
crear un gran poema sino practicar un poco de ejercicio mental.
Divertirme, sin más. De todos modos, dejé aparcado el asunto unos
días porque tenía otras cosas de las que ocuparme.
Hoy, domingo diecinueve de febrero, he
decidido que tengo que escribir el soneto de marzo esta misma mañana.
No me gusta demorar las cosas hasta el último momento. Me siento
delante del ordenador y estudio las palabras que el destino ha
seleccionado para mí. Me siento algo decepcionado. Va a ser
demasiado fácil hacer un soneto con ellas. No me refiero a hacer un
gran soneto, lo que para mí es inaccesible, sea con palabras del
destino o con mías propias, sino a hacer uno de los míos.
Pensándolo un poco, es lógico que si las palabras salen de una
novela sean fáciles de colocar en un poema. Otra cosa hubiera sido
seleccionarlas de un libro de matemáticas. Por ejemplo, sale
“logaritmo” y te entra un sudor frío. Y puede ser aún peor.
Elije el destino la palabra “neperiano” y te desmayas.
“Neperiano”. Me gusta como suena. ¿Y si lo utilizase en un
poema? Tal vez podía hacer una pequeña trampa y dividirla en dos:
“ne” y “periano”. Desde luego, con “periano” de por medio
el soneto no iba a quedar muy elegante. A parte, habría que unir
“ne” a otra palabra y no se me ocurren muchas. Quizá podía ser
“cine Periano”. Reconozco que queda muy muy, forzado,
pero podría aceptarse si pensamos que estamos hablando del cine
porno más cutre de la ciudad más cutre del país más cutre. Ya que
hemos empezado, sigamos. “Coincidimos en el cine Periano”. No
parece un lugar muy romántico para conocerse, pero de todo hay en la
vida. Avancemos más: “Coincidimos en el cine Periano/ te metí un
dedo; te metí la mano”. Vale, lo reconozco, se me empieza a ir la
mano, y no al periano. El segundo verso también es muy forzado.
Supongamos que dos caballeros se han conocido en un cine porno de
nombre Periano. Primero le mete el dedo y luego la mano. Con dos versos así de fuertes continuar el
soneto por el camino del porno duro parece sencillo. No me costaría
nada incluir perlas como lluvia dorada, beso negro, bukkake (esta
última palabra no podría ir al final del verso porque a ver quién
es el valiente que hace rimas con “ake”), etc. Quién sabe, quizá
algún día escriba un soneto así. Sin embargo, hoy busco retos y el
que voy a afrontar con “Neperiano” es el de darle la vuelta.
Vamos a ver si, pese al principio porno, consigo convertirlo en algo
mínimamente romántico. Voy a buscar palabras y contextos sencillos
para que pierda aspereza. Vamos a ello.
En el primer cuarteto explico lo del
cine, dejo claro con el primer verso que mantienen una relación en
la actualidad y con el último indico que en su primer encuentro,
furtivo, se sienten culpables.
No te avergüences de como
empezamos.
Te conocí en el cine Periano.
Te metí un dedo; te metí la
mano.
Entre sombras y culpas nos
besamos.
Vamos a especiar el soneto con una
pizca de marginalidad. El protagonista se considera de baja moral y
con menos alma que la media (hay quien dice que pesa 21 gramos).
Salimos a la calle y caminamos.
Un par de extraños, mengano y
fulano,
con moral indigna de un humano
y almas que no pesan ni dos
gramos.
En el primer terceto el toque romántico.
Recuerdo aquel bar y sus luces
rojas.
Tu sonrisa, tu mirada, tu boca.
Los primeros celos; nuestras
congojas.
Como soy determinista, concluiré con
que el destino es el que manda. Lo que empieza como sexo sórdido en
un cine porno acaba como amor verdadero entre dos hombres.
Diez años después este amor es
roca.
Manda el destino con sus paradojas
y a cada hombre en su lugar
coloca.
Tontamente ya he escrito un soneto, pero este no era el que el destino me exigía para este mes. El de este mes debe incluir una serie de palabras; palabras que remiro y siguen pareciéndome demasiado fáciles. Salvo que... ¡Acabo de ver algo! De las ocho palabras ninguna tiene la vocal “u”. ¿Cómo es posible que en veintiocho letras que suman en total no haya ni una mísera “u”? Sin duda, el azar no hace esto por azar. Es una señal. En el soneto de marzo no debo emplear la “u”. Me gusta. Esto empieza a parecer un reto de verdad. Aún así, me siento tan poderoso que creo que puedo con eso y con más. Hay que darle otra vuelta de rosca. Además de las ocho palabras (llamado, la, flaca, el, se, falta, de, por) y de no emplear la “u” voy a intentar rimar con terminaciones endiabladas, como por ejemplo: “etra”, “arzo”, “estra” y “ersos”. Esto sí. Esto es lo que mi cuerpo serrano me pedía para esta mañana. Allá voy.
Del mismo modo como se penetra,
para obtener la
seda, el cadarzo,
hallaré mis palabras en el zarzo
sea por
las bravas o con impetra.
Ha designado el azar cada letra
para crear el soneto de marzo.
No te ha
llamado al hacer el
escarzo.
Tal vez te crea demasiado tetra.
A mí no me pareces tan siniestra,
pero no te emplearé en estos
versos
pese a la fatiga de formar
riestra.
A falta
de pensamientos más tersos
acabo mi obra nada maestra,
flaca
en valor y con fallos diversos.
Debo
admitir que después de dos horas devanándome los sesos he
conseguido un pequeño poema y un gran dolor de cabeza. Necesito un
descanso.
Para relajarme he estado un rato jugando a un juego de ordenador. Rebanar unas
cuantas cabezas virtuales y ver como la pantalla se llena de una
sangre demasiado roja para ser real me ha despejado la mente y me ha
llevado al típico momento encrucijada. Momento con tres opciones
posibles: una divertida, seguir jugando al ordenador, otra útil,
ponerme a estudiar, y otra indescriptible, escribir un nuevo soneto.
Como me gusta torturarme, he decidido escribir otro soneto. ¿Por
qué? Porque mientras mataba y moría ante mis cibercontrarios me he
dado cuenta de que podía haber hecho otra cosa con las palabras
seleccionadas por el azar. He interpretado que tenía que
utilizarlas, sin más. Pero tal vez no haya escuchado bien el mandato
del destino. Tal vez debía utilizarlas manteniendo la misma posición
que ocupaban en el párrafo de La Ojo. Me explico. En el sorteo salió
el número 3 y ese se corresponde con la palabra “llamado”. Esa
palabra debería ocupar la posición tres en el soneto. El número
cuatro se corresponde con “la” y esa palabra debería ir en
cuarto lugar en el soneto. Así con todas. Por lo tanto, el reto
sería colocar esas palabras y en su orden. Voy con el esquema.
--1--
--2-- llamado la flaca
--6-- --7-- --8--
--9-- -10-- -11-- -12-- -13-- -14-- -15-- -16--
el -18-- -19-- -20--
-21-- -22-- -23-- se
-25--- -26-- falta de
-29-- -30-- -31-- -32-- -33-- -34-- -35-- -36-- -37-- -38--
-39-- -40-- -41-- -42-- -43-- -44-- por
----- ----- -----
----- ----- ----- ----- ----- ----- ----- ----- ----- -----
----- ----- ----- ----- -----
El azar es
caprichoso y ha agrupado las palabras casi en dos bloques. El primero
inicial, con “llamado la flaca”, y otro en medio, “se … falta
de”, que van a complicar mucho la creación del soneto.
Sobre todo, el primer bloque va a determinar el camino que pueda
llevar el poema. Lo que voy a hacer es no pensar en un tema o en un
objetivo. Me voy a limitar a llenar huecos y que surja lo que el
lenguaje quiera. Vamos a ello.
Te
ha llamado la flaca vanidad
y ahora te consideras eterno.
Timas a los demás con el averno
mientras te disfrazas de
autoridad.
Se
oculta tu falta de dignidad
en las leyes de tu propio
gobierno.
Sonríes con falso afecto paterno
pero te delatas por
tu maldad.
Vales menos que el hierro de
madera.
Va por tus venas agua de borraja.
Eres basura; alimaña artera.
Actúas contra otros con ventaja
haciendo de sus penas tu bandera.
Suerte que
te espera una mortaja.
Bueno, esto es lo
que ha salido. Lo he leído un par de veces y el título que me
sugiere es “Charlatán”, así que este será su nombre a partir
de ahora.
Creo que por este
mes ya está bien. Existe vida más allá de las palabras. Voy a ver
si me encuentro con ella.
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