He empezado el 2017 con pocas ganas de
hacer nada. No se trata de que esté deprimido; es pereza. Me apetece
más ver una serie de televisión o jugar al PC que escribir.
Afrontar el soneto de febrero con esa mala disposición fue duro. Aun
así, me puse a ello y tras un par de viajes en villavesa (así es
como se denomina al autobús urbano en Pamplona) escribí el soneto
que pongo a continuación y que he denominado Versión Uno (estaba
tan perezoso que ni siquiera pensé un título).
Como a todas mis
criaturas, le cogí afecto. Sin embargo, no me acababa de convencer.
Decidí enviárselo a un par de amigos para que me dieran su opinión.
Uno de ellos me dijo que parecía pornográfico pero que, por lo
demás, ni fu ni fa. La conversación con el otro fue por WhatsApp.
La pongo aquí, tal y como fue, empleando capturas de pantalla. En
fondo blanco está lo que dice mi amigo. Lo mío en fondo verde.
Suelo escuchar lo que los demás opinan de mí y de mis obras. Otra cosa es que haga caso. Esta vez decidí obedecer a mi amigo y cambié todo lo que me pidió. A parte de eso, el octavo verso (salto al pecho que no me da pereza) no me gustaba. Había una mala transición entre el séptimo y el octavo. Ya que me iba a poner a reescribir la mayor parte del soneto decidí que también cambiaría ese verso. Aquí muestro el soneto original con todo lo que había que modificar.
Unos cuantos viajes
en villavesa después ya tenía el soneto reescrito. Es este que os
pongo aquí y que denominé Versión Dos.
No me parecía mal,
excepto el último terceto. Había algo en él que chirriaba. De
todos modos, antes de hacer nada se lo mandé a mi amigo para que
viera que había sido obediente. Volvimos a tener una conversación
por WhatsApp. En ella me decía que se lo había mostrado a una amiga
suya y que los dos coincidían: había mejorado bastante con respecto
a Versión Uno, pero el último terceto no les gustaba.
Víctor Manuel
compuso una canción hace muchos años, cuyo título no recuerdo, en
la que cantaba “si no fueras tan vaga, trabajarías menos”. Esa
frase siempre me ha gustado. Hay en esa aparente contradicción mucha
verdad. Si en vez de haber escrito el soneto en la villavesa de mala
gana me hubiera plantado delante del ordenador y me hubiera pasado un
buen rato trabajándomelo, habría conseguido un buen resultado a la
primera oportunidad. Quizá me hubiera llevado una hora, dado lo poco
inspirado que me siento esta temporada, pero eso habría sido mucho
menos de lo que finalmente le dediqué.
Después de algunos
viajes más en villavesa completé Versión Tres. Es el que he
publicado en Facebook y que pongo más abajo. Lo he dado por bueno. A
fin de cuentas, he hecho todo lo que mi amigo me pidió. Mejor dicho,
casi todo. El último verso ha sido mi pequeña travesura.
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