domingo, 1 de mayo de 2016

Querubín. Sonetos mayo 2016


Me ha dicho un amigo, en más de una ocasión, que escribo para que me adulen. No voy a negar que prefiero que me adulen a que me insulten o critiquen, pero estoy seguro de que no es ese el motor que me coloca delante de la pantalla del ordenador y me hace darle al teclado. Supongo que es la necesidad de crear. Pensando un poco sobre el asunto he llegado a la conclusión de que hay tres actitudes a la hora de ponerse a emborronar papeles: la necesidad de escribir, pero no la de que te lean el ejemplo más claro sería el diario íntimo, por la obligación de que te lean, aunque no tengas ninguna gana de escribir ‒aquí estaría el columnista que tiene que mandar al periódico un artículo cada cierto tiempo, le apetezca o no‒ y por la necesidad de escribir y ser leído, que es en la que yo me incluiría. Desde luego, en los sonetos que he subido a Facebook hasta ahora así ha sido. En todos ellos estaba yo y buscaba a los demás.

Este mes he cargado dos sonetos, que no tienen nada que ver entre sí, pero que guardan relación con lo mencionado en el párrafo anterior. Querubín pertenece a mi universo personal. Aunque no es parte de un diario íntimo, algo obvio si tenemos en cuenta que lo he colgado en Facebook, está escrito en un idioma tan particular que resultará inaccesible a la mayoría de los lectores. En La vocal vanidosa he intentado todo lo contrario: ser lo más impersonal posible. Un soneto sin nada de mí. Para lograrlo no me he centrado en el contenido, sino en el continente. No me planteé un tema sobre el que escribir, que es lo que habitualmente hago. Me propuse hacer del soneto un ejercicio mental; una especie de rompecabezas. La idea era escribirlo sin emplear alguna de las vocales. Para complicarlo lo máximo posible decidí eliminar la más habitual. Suponía que eran o la a o la e. Según lo que encontré en internet, la a es la vocal que más veces aparece en el diccionario pero la e se usa con mayor frecuencia. Me decanté por eliminar la e. Daba igual sobre lo que escribiera, el objetivo era que no apareciera la e por ninguna parte. Y eso es La vocal vanidosa. El reto me ha resultado interesante, así que si el cerebro me lo permite, el año que viene haré algo similar con la a.












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