Me ha dicho un amigo, en
más de una ocasión, que escribo para que me adulen. No voy a negar
que prefiero que me adulen a que me insulten o critiquen, pero estoy
seguro de que no es ese el motor que me coloca delante de la pantalla
del ordenador y me hace darle al teclado. Supongo que es la necesidad
de crear. Pensando un poco sobre el asunto he llegado a la conclusión
de que hay tres actitudes a la hora de ponerse a emborronar papeles:
la necesidad de escribir, pero no la de que te lean ‒el
ejemplo más claro sería el diario íntimo‒,
por la obligación de que te lean, aunque no tengas ninguna gana de
escribir ‒aquí estaría el
columnista que tiene que mandar al periódico un artículo cada
cierto tiempo, le apetezca o no‒ y por la necesidad de
escribir y ser leído, que es en la que yo me incluiría. Desde
luego, en los sonetos que he subido a Facebook hasta ahora así ha
sido. En todos ellos estaba yo y buscaba a los demás.
Este mes he cargado dos
sonetos, que no tienen nada que ver entre sí, pero que guardan
relación con lo mencionado en el párrafo anterior. Querubín pertenece
a mi universo personal. Aunque no es parte de un diario íntimo, algo
obvio si tenemos en cuenta que lo he colgado en Facebook, está
escrito en un idioma tan particular que resultará inaccesible a la
mayoría de los lectores. En La vocal vanidosa he intentado todo lo contrario:
ser lo más impersonal posible. Un soneto sin nada de mí. Para
lograrlo no me he centrado en el contenido, sino en el continente. No
me planteé un tema sobre el que escribir, que es lo que
habitualmente hago. Me propuse hacer del soneto un ejercicio mental;
una especie de rompecabezas. La idea era escribirlo sin emplear
alguna de las vocales. Para complicarlo lo máximo posible decidí
eliminar la más habitual. Suponía que eran o la a o
la e. Según lo que
encontré en internet, la a
es la vocal que más veces aparece en el diccionario pero la e
se usa con mayor frecuencia. Me decanté por eliminar la e.
Daba igual sobre lo que
escribiera, el objetivo era que no apareciera la e por
ninguna parte. Y eso es La vocal vanidosa. El reto me ha resultado interesante,
así que si el cerebro me lo permite, el año que viene haré algo
similar con la a.
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