Muchas veces he dicho que los demás son bocas que piden. Yo también soy un “demás” para otros, así que me incluyo en el grupo. Nada más nacer pedimos que nos amamanten. Pedimos que nos quieran, que nos respeten, que nos curen, que trabajen para nosotros, que nos adoren, que nos protejan… Pedimos, pedimos y volvemos a pedir. Esta idea es la que me incitó a escribir el soneto. El resto son cosas que también hacen las bocas: culpan, mienten, ofenden, reprochan y un largo etcétera. Afortunadamente, algunas bocas nos dan pequeñas alegrías. Con ellas, y en tono positivo, he querido terminar el poema.
La versión audiovisual del soneto existe porque me han prestado sus bocas varias personas. Mi agradecimiento para todas ellas.
Este poema está incluido en el libro "Sonetos 2015-2024"
Qué mienten más los ojos o las bocas?
ResponderEliminarHola:
EliminarAlgunas veces las miradas mienten. Las bocas lo hacen infinitamente más.