Desde que empecé a escribir sonetos
tenía ganas de crear uno que tuviera un aire clásico y un gran
componente simbólico. Hasta hace unos días no lo había hecho.
Tampoco lo había buscado; era algo que había dejado en el cajón de
asuntos pendientes. A principios de abril escribí dos sonetos que
iban a ser los que publicaría en mayo. Sin embargo, los he dejado
para más adelante porque Mi caballo pardo, el poema
“clásico-simbólico” que escribí sin más ni más mientras
esperaba el autobús urbano, he querido publicarlo cuanto antes.
Me gustan los animales. Sobre todo me
gusta observarlos. Los documentales en los que nos los muestran sin
intervención humana son mis favoritos. Aquellos en los que el
presentador se planta delante y se hace el “enrollado” o en los
que a los animales les dan nombres y nos narran sus vidas como si fueran
personas, los detesto. Digamos que me gusta lo salvaje en estado
salvaje. También me gustan los animales domésticos, pero no tengo
ninguno. Dan trabajo y soy un vago, así que ni perro ni gato ni
pájaro ni pez ni, mucho menos, un caballo.
Agradecimientos
Agradecimientos
Mi caballo pardo es un soneto del
que estoy especialmente satisfecho. Me daba pena que solo pudiera ser
leído por las personas de mi círculo. Por ello me puse en contacto
con las autoras del blog “Elles à Cheval”. Pensé que podría
gustar a los amantes de los caballos. Ellas han tenido la gentileza
de publicarlo, además con una excelente presentación. Desde aquí
les doy las gracias por darle a este caballo pardo la oportunidad de
galopar un poco más.
Existe una versión audiovisual de este soneto recitada por Luis Fernández. Puede accederse a ella en el siguiente enlace:
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